Darwinismo a la boloñesa

Como especie animal, el alumno devaluado presenta numerosas variedades en la UC3M, lo que convierte a esta universidad en un hábitat de máximo interés para la comunidad científica. Desde los humanistas enfadados (y acampados) hasta los alumnos de Derecho, nuestra universidad puede presumir (y ya es raro que no lo haga con lo mimado que tiene su ombligo) de tener una biodiversidad devaluada especialmente rica e interesante.

Una de las variedades devaluadas más característica es el Pericom (nombre común). Concebido, en su origen, como el cruce natural de dos especies próximas, el Pericom sufre de una enfermedad endémica, una desilusión galopante, una indefinición propia del que, de tanto abrirse puertas, se olvida de escoger un camino. Una patología curiosa dado que el Pericom se encuadra en la familia de las (mal) llamadas carreras vocacionales, aquéllas a las que se sabe cómo se entra (“desde pequeño siempre quise ser…”) pero que, tras el reciclaje de devaluación, se ignora al salir por dónde te golpeará el viento.

               

Si el programa de una carrera es el reflejo de su ideario, el concepto de Pericom es asombrosamente difuso. Al observar su parte Peri, a un humilde devaluado le asalta una duda inquietante: ¿qué modelo de periodismo pretende fomentar la enseñanza de la UC3M? En tiempos de crisis del periodismo, resulta lógico esperar que el ámbito universitario dé un paso al frente y se coloque en la vanguardia de la recuperación del oficio.

               

Ilusos todos. Ilusos si esperamos algo de un programa que ignora y margina la radio (¡una sola asignatura en toda la carrera!). Ilusos ante un programa que no admite ni optativas ni especialización y que convierte a la universidad en una fábrica no de periodistas, sino de chicos para todo, de devaluados para todo. Ése es el modelo: un periodismo de marca blanca, sin profundidad, sin identidad, sin personalidad. Pero, no se alarmen: el que quiera especialización siempre podrá consagrarse en algún Máster, aunque sea Tarjeta Visa mediante.

               

El alumno devaluado e iluso comprueba atónito la precarización que supone el periodismo en Internet al que, sin embargo, debe saludar con pleitesía y reverencia, pues se le presupone el salvador de nuestra profesión. Pero, ¿en qué se concreta la enseñanza del periodismo en la red? En horas frente al ordenador, en ignorar la calle, en construir refritos, en componer noticias con retales de diferentes sitios. En definitiva, el triunfo del pastiche y el fracaso de la originalidad.

El periodista parece así un maquinista empeñado en arrojar carbón a la caldera para que el barco siga su rumbo (siempre rápido, siempre a tiempo) sin conocer nada del mundo exterior, aquel del que precisamente escribe. Sabremos poco de comprobación de fuentes, de investigación real y de trabajo en la calle. Pero eso sí, colocamos las negritas y los hipervínculos con una destreza exquisita.

No hay humanidades, no hay asignaturas de ética ni deontología profesional. ¿Pensaban que el periodismo estaba en crisis? ¡Antes precarizaremos su enseñanza! Ilusos si aspiramos con estas premisas a dignificar el oficio. Lo que sí está claro es que con este camino no avanzamos hacia la (deseada) extinción del devaluado sino a su plaga y consolidación. ¿Supervivencia del débil y del peor formado? Sí, señores. Esto es darwinismo a la boloñesa.

David Villafranca Pemán