domingo, 20 de febrero de 2011

Relojes sin pilas

Los relojes que cuelgan de las paredes de las aulas del edificio 17 se han convertido en la mejor metáfora de lo que es la Universidad Carlos III ahora mismo. Los relojes están ahí, efectivamente, pero no funcionan y nunca se pretendió que funcionaran. Era el hecho de poder decir “tenemos relojes” lo que les preocupaba, como con todo lo demás. Nuestra universidad ha querido ser la primera en todo, la más innovadora y descollante del panorama universitario, pero con mucha frecuencia se queda en las apariencias. 


Leo en el programa de Daniel Peña lo siguiente: “evaluaremos el funcionamiento de nuestros grados para corregir los posibles problemas (…) adaptando mejor el modelo docente a las distintas titulaciones”. ¡Y lo dice ahora! Casi tres años después de que mi generación, la primera en experimentar las transformaciones de este proceso haya tenido que padecer las consecuencias de un sistema que está ahí, pero que no funciona. Y no es porque la idea sea mala en sí, no, sino porque no se la dotó de las pilas necesarias. ¿Qué es esto de programas descompensados, reducciones horarias que favorecen que haya asignaturas totalmente insípidas y que las de gran entidad queden mermadas, profesores desmotivados que transmiten su desmotivación a los alumnos y profesores motivados que sufren las cortapisas de un rígido sistema que limita cada vez más la libertad de cátedra? 

No seré el primero ni el último en quejarse del excesivo contenido de asignaturas “de la red” que tiene la carrera de periodismo. No se puede esperar otra cosa cuando un programa se redacta con excesiva miopía. Tampoco me quedo solo cuando expreso mi decepción al ver el poco tiempo de horas lectivas que tiene cada asignatura (¡ahora con un 33% de rebajas todo el año! ¡Señores, que nos las quitan de las manos!). Menudo favor han hecho a los profesores incompetentes, por cierto. Ya tienen una excusa a la que asirse. Sin embargo, lo que más me duele es ver que pasan los años y las esperanzas de cambio se ahogan irremediablemente, que nadie tiene intención de mover un dedo por nuestra facultad y que desde las más altas instancias piensan que invertir en ella es tirar el dinero, sobre todo ese recibido por la consideración de CEI (Campus de Excelencia Internacional), que no paran de recordárnoslo, pero que, como Godot, jamás llega a nuestra facultad.

En el último artículo de nuestro rector en el diario El País se quejaba, y muy probablemente con razón, de la financiación de las universidades en España. Entonces, ¿qué es esto de abrir un nuevo campus en Puerta de Toledo para cursos de post-grado y crear un edificio nuevo en Getafe para “dar solución a ese cúmulo de necesidades” no muy bien definidas y, seguramente, secundarias con respecto a lo primordial, que somos los que ya estamos en la universidad? ¿No se quedarán, como los relojes, vacíos y sin pilas?



 Alexandro Ruiz Pérez

1 comentario:

  1. Enviemos a los futuros posibles rectores un paquete de pilas de las de IKEA.

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